No era alto, agraciado ni apuesto. Bajo, gordito y pelado, iba por la vida con una sonrisa buena, con un gesto entre divertido y melancólico, una mirada pícara y una mano cálida que nunca nos dejaba caer. Tenía una agudo interés por saber de todo, una rebeldía juvenil intacta, un despiste a veces irritante y una natural bonhomía que lo hacía entrañablemente querible. Nos dejó de herencia algunas de sus cualidades (y algunos de sus defectos) y hoy sigue viviendo en la disparatada ironía de mi hermano o en la afabilidad con la que trato de ir sobreviviendo en este mundo tantas veces hostil. Pero al irse dejó un hueco, un vacío que ningún olvido borra y que cada día marca su ausencia, tornándolo imprescindible e irreemplazable, único como cada uno de nosotros y único para mí: ¡¡¡mi papá querido!!!
poemas, canciones, fragmentos de textos que han dejado alguna huella en mí, reflexiones, imágenes, ideas... todo lo que quiero recordar y revisar y volver a vivir... palabras que me gustan, me perturban, me conmueven, me hacen gozar, reír, pensar... un poco de todo... la biblia junto al calefón... por qué no... así soy yo: frívola y profunda, alegre y melancólica, divertida y desgarrada... coyote incansable que sigue y sigue corriendo tras el correcaminos sin parar...