domingo, marzo 24, 2013

Por qué cantamos


(...) Si fuimos lejos como un horizonte,
si aquí quedaron árboles y cielo,
si cada noche siempre era una ausencia,
y cada despertar un desencuentro
Usted preguntará por qué cantamos...



Cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida
y porque no podemos, ni queremos
dejar que la canción se haga cenizas.

Cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto, ni la bronca.
Cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota.

Cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo, en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta...



(Mario Benedetti. "Canciones del desexilio", 1983)

martes, marzo 19, 2013

Sobre la fantasía


...La fantasía es plata y escarlata, índigo y azul, obsidiana con vetas de oro y lapislázuli. La realidad es madera laminada y plástico, terminada en barro marrón y verde oliva.
La fantasía sabe a ají picante y miel, canela y clavo de olor, inusual carne roja y  vinos tan dulces como el verano. La realidad es frijoles y tofu, y cenizas al final.
La realidad son los centros comerciales de Burbank, las chimeneas de Cleveland, un garaje en Newark. La fantasía son las torres de Minas Tirith, las piedras arcaicas de Gormenghast, los salones de Camelot.
La fantasía vuela en las alas de Ícaro, la realidad en Southwest Airlines. ¿Por qué nuestros sueños se vuelven más pequeños cuando finalmente se hacen realidad?
Creo que leemos literatura fantástica para encontrar nuevamente los colores. Para saborear especias fuertes y escuchar los cantos que las sirenas cantaban. Hay algo antiguo y verdadero en la fantasía que habla a lo profundo en nuestro interior, al niño que soñó que un día cazaría en los bosques de la noche, celebraría bajo las colinas huecas y encontraría un amor que durara para  siempre en algún lugar al sur de Oz y al norte de Shangri-La.
Pueden quedarse con su cielo. Cuando yo me muera, prefiero irme pronto a la Tierra Media.

(George R. R. Martin)
 

sábado, marzo 09, 2013

La tregua


Ella me daba la mano y no hacía falta más. Me alcanzaba para sentir que era bien acogido. Más que besarla, más que acostarnos juntos, más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano y eso era amor.
 
(Mario Benedetti)