miércoles, diciembre 05, 2007

Niñito bueno, niñito malo

Jacob Blivens era un niño muy pero muy bueno, un fervoroso lector de todos los libros de la escuela dominical. Allí estaba la clave de su extraño comportamiento. Jacob creía y confiaba en todos aquellos niños-modelo de los libros, quería fervientemente ser uno de ellos, y formar parte de alguna de aquellas historias. El único inconveniente era que a Jacob las cosas nunca le salían como en los libros. Su obstinación en imitar a los niños buenos de los cuentos, le significó toda clase de vejaciones y accidentes. Finalmente murió despedazado por una explosión. Su cuerpo quedó distribuido en cuatro pueblos cercanos.

Jim era un niñito malo. A él tampoco las cosas le salían como en los libros de la escuela dominical, donde a los niñitos malos le sucedían accidentes y castigos, y finalmente se veían en la obligación de arrepentirse y pedir perdón. A Jim todo, absolutamente todo le salía de maravillas. Este niño malo tenía muy buena suerte y el final de la historia lo prueba. Creció, se hizo rico, y obtuvo un puesto en la Cámara Legislativa.

Aún hoy, cerca de cien años después, el libro de Mark Twain, Historia de un niñito bueno. Historia de un niñito malo , resulta no sólo transgresor para las convenciones aún vigentes acerca de lo adecuado en la literatura para chicos, sino que por otra parte su "denuncia humorística" es de una actualidad sorprendente. Hoy, como hace cien años, los libros infantiles muy a menudo son escritos, o leídos, para transmitir mensajes morales a las nuevas generaciones.
El humor puede ser un arma contundente y efectiva. El libro de Twain bien puede dar ejemplo de ello cuando su desacralización apunta hacia un discurso que, lamentablemente cien años después (con algunos maquillajes rejuvenecedores), sigue vigente en los libros que los adultos destinamos a los niños.

Marcela Carranza (en Imaginaria)

1 comentario:

astridperellon@gmail.com dijo...

Por qué hoy en día tantas personas creen que hay historias inapropiadas para niños ¡cuándo permitimos que autores clásicos como Twain circulen! A mí me parece sensacional que los niños puedan leer sobre todo y éste cuento me dio tanta risa. En efecto, uno no puede aprender de ejemplos ajenos sino simplemente elegir qué hacer en cada momento. Gracias por compartir!