viernes, julio 28, 2006

O Que Será (À Flor Da Pele)

O que será que me dá
Que me bole por dentro, será que me dá
Que brota à flor da pele, será que me dá
E que me sobe às faces e me faz corar
E que me salta aos olhos a me atraiçoar
E que me aperta o peito e me faz confessar
O que não tem mais jeito de dissimular
E que nem é direito ninguém recusar
E que me faz mendigo, me faz suplicar
O que não tem medida, nem nunca terá
O que não tem remédio, nem nunca terá
O que não tem receita.


O que será que será
Que dá dentro da gente e que não devia
Que desacata a gente, que é revelia
Que é feito uma aguardente que não sacia
Que é feito estar doente de uma folia
Que nem dez mandamentos vão conciliar
Nem todos os unguentos vão aliviar
Nem todos os quebrantos, toda alquimia
Que nem todos os santos, será que será
O que não tem descanso, nem nunca terá
O que não tem cansaço, nem nunca terá
O que não tem limite.


O que será que me dá
Que me queima por dentro, será que me dá
Que me perturba o sono, será que me dá
Que todos os tremores que vêm agitar
Que todos os ardores me vêm atiçar
Que todos os suores me vêm encharcar
Que todos os meus órgãos estão a clamar
E uma aflição medonha me faz implorar
O que não tem vergonha, nem nunca terá
O que não tem governo, nem nunca terá
O que não tem juízo.


Chico Buarque

martes, mayo 23, 2006

La muñeca de Kafka

... A fines de octubre de 2004 empecé a leer The Brooklyn Follies, la última novela de Paul Auster, en una de esas ediciones que se adelantan a los críticos. Tenía el propósito de que Auster la explicara a mis alumnos de la Universidad de Rutgers, donde sus devotos se cuentan por millares.
Todo en The Brooklyn Follies me resultaba familiar. La librería de viejo donde trabaja Tom Wood, el sobrino del protagonista, era curiosamente parecida a una que está dos cuadras al oeste de la casa del autor. La compañía de taxis 3 D y el restaurante Cosmic Diner, que frecuentan el tío y el sobrino, parecen posar para la fotografía de la portada, que en la edición original está armada con personajes reales.
La escena más bella de la novela entera había sido inventada, sin embargo, de cabo a rabo. O eso fue, al menos, lo que pensé cuando la leí por primera vez. Auster sitúa esa escena hacia la mitad del libro, en un capítulo que se llama Yendo hacia el norte. El tío Nathan y el sobrino Tom discurren sobre Kafka, del que ambos conocen una docena de relatos. Tom trata de demostrar que no sólo era un gran escritor, sino también un ser humano extraordinario, capaz de lograr, con un acto de generosidad inesperada, cambiar la vida de una persona.
“¿Alguna vez has oído la historia de la muñeca?”, pregunta Tom. No, el tío Nathan no la recuerda. Sucedió durante el último año de la vida de Kafka, cuando convivió en Berlín con Dora Diamant, una joven que acababa de abandonar en Polonia a su familia jasídica. Fueron meses felices. Kafka, que siempre había sentido horror ante toda forma de compromiso sentimental, esta vez se entrega sin reservas. Todas las tardes sale a pasear con Dora por un parque cerca de la casa. Un día, tropieza con una chiquita que llora sin consuelo. Kafka le pregunta qué le pasa, y la niña le responde que ha perdido su muñeca. Para consolarla, inventa entonces una historia. Le dice que la muñeca se ha ido de viaje. “¿Cómo lo sabes?”, pregunta la niña. “Porque me ha escrito una carta”, responde Kafka. “¿La tienes ahí?”, quiere saber. “No, lo siento”, responde Kafka. “La he dejado en casa, pero mañana voy a traerla conmigo.”
Esa misma tarde, Kafka se pone a escribir la carta de la muñeca. Pone en la tarea tanta seriedad y dedicación como en su propia obra. Quiere sustituir el objeto perdido por una realidad que, de acuerdo con las leyes de la ficción, sea tan persuasiva como verdadera. Al día siguiente, le lee a la chiquilla la carta ficticia, en voz alta. La muñeca lo lamenta, pero se ha cansado de vivir con la misma gente todo el tiempo. Quiere a la niña, pero necesita –le dice– un cambio de ambiente, ver el mundo, tener amigos nuevos. Después de esa primera entrega, Kafka asume el compromiso de escribir las cartas imaginarias durante tres semanas, hasta que encuentra un final apropiado: la muñeca va a casarse, se despide, es feliz. La historia es conmovedora. Uno de los escritores más grandes de todos los tiempos emplea su precioso tiempo –parte del poco que aún le queda– en consolar a una niña a la que ha encontrado por azar en un parque de Berlín.
La historia me pareció demasiado bella para ser real, y durante las semanas previas a la visita de Auster a Rutgers investigué con especial cuidado si alguien la había contado antes. Me interesaba que Auster les explicara a los estudiantes cómo la había construido, de qué modo había ido tejiendo su ficción con hilos de realidad. Leí todos los diarios y apuntes de Kafka, incluidos los últimos, de junio de 1923. No había la menor señal de la historia de la muñeca. Si Kafka, cuya correspondencia es tan copiosa, no hubiera vivido en esos meses con Dora Diamant, quizá le habría contado el encuentro con la niña.
El único indicio que descubrí fue una referencia breve al episodio, no más de una línea, en la biografía que Ronald Hayman publicó en 1981. No se me ocurrió entonces que quizás hubiera también algunos detalles en el libro de memorias de Kathi Diamant, la hija de Dora, de modo que cuando Auster fue a Rutgers y me tocó coordinar su diálogo con los estudiantes, yo estaba más bien a ciegas. Casi todas las preguntas que le hicieron, al principio, estaban orientadas a entender el borde entre realidad y ficción: ¿existía un restaurante llamado Cosmic Diner o una librería de segunda mano como la que se describía en la novela? ¿Nathan Glass y Tom Wood estaban parcialmente copiados de la realidad? Las respuestas eran no, no y no. El único personaje al que Auster admitía haber conocido –si bien de lejos, como en una fulguración que más bien parecía un espejismo– era la mujer que en la novela se llama la Hermosa Madre Perfecta. Nada más, salvo la atmósfera de Brooklyn, la melancolía y la felicidad de sus calles.
Entonces le lancé a Auster la pregunta que tenía preparada: ¿cómo se le había ocurrido la escena de la muñeca? ¿Y por qué Kafka? “Porque realmente le sucedió eso a Kafka –me desarmó–. Yo no lo inventé. Hubo tres semanas de cartas de la muñeca. Cartas verdaderas, que lamentablemente no han sobrevivido.” Una estudiante comentó que, en verdad, la historia parecía demasiado buena para ser real, y que quizá fuera mejor pensar en ella como en algo que sucedía sólo dentro de The Brooklyn Follies. Auster preguntó entonces qué opinaba yo. Dije que estaba perplejo. Los seres humanos nunca sabemos si la realidad es una inmensa novela, o si no hay otra novela que la lisa y llana realidad.

Tomás Eloy Martínez

Ahora que


Ahora que se atropellan las semanas,
fugaces como estrellas de Bagdad,
ahora que, casi siempre, tengo ganas
de trepar a tu ventana
y quitarme el antifaz.

(Joaquín Sabina)

martes, abril 25, 2006

Canción del jardinero

Mírenme, soy feliz,
entre las hojas que cantan
cuando atraviesa el jardín
el viento en monopatín.

Cuando voy a dormir
cierro los ojos y sueño
con el olor de un país
florecido para mí.

Yo no soy un bailarín
porque me gusta quedarme
quieto en la tierra y sentir
que mis pies tiene raíz...



Yo no soy un gran señor,
pero en mi cielo de tierra
cuido el tesoro mejor:
mucho, mucho, mucho amor.

(María Elena Walsh)

sábado, abril 22, 2006

Barrio de tango

Un pedazo de barrio, allá en Pompeya,
durmiéndose al costado del terraplén;
un farol balanceando en la barrera
y el misterio de adiós que siembra el tren...
Un ladrido de perros a la luna,
el amor escondido en un portón
y los sapos redoblando en la laguna
y a lo lejos, la voz del bandoneón...

Barrio de tango, luna y misterio;
calles lejanas, ¿dónde andarán?
Viejos amigos que hoy ni recuerdo,
¿qué se habrán hecho, dónde estarán?
Barrio de tango, ¿qué fue de aquella
Juana, la rubia que tanto amé?
¿Sabrá que sufro pensando ella
desde la tarde que la dejé?
¡Barrio de tango,luna y misterio,
desde el recuerdo te vuelvo a ver!

Un coro de silbidos, allá en la esquina,

y el codillo llenando el almacén;
y el dolor de la pálida vecina
que nunca salió a mirar el tren...
Así evoco tus noches, barrio de tango,
con las chatas entrando al corralón,
y la luna chapaleando sobre el fango
y a lo lejos, la voz del bandoneón...

(Homero Manzi)

martes, abril 04, 2006

inefable.

( Del lat. ineffabĭlis, indecible).

1. adj. Que no se puede explicar con palabras.



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miércoles, marzo 29, 2006

Eclipse

All that you touch,
all that you see,
all that you taste,
all you feel.

All that you love,
all that you hate,
all you distrust,
all you save.

All that you give,
all that you deal,
all that you buy,
beg, borrow or steal.

All you create,
all you destroy,
all that you do,
all that you say.

All that you eat,
everyone you meet,
all that you slight,
everyone you fight.

All that is now,
all that is gone,
all that's to come,
and everything under the sun is in tune
but the sun is eclipsed by the moon.

(Roger Waters)

sábado, marzo 25, 2006

Inconsciente colectivo


Ayer soñé con los hambrientos, los locos,
los que se fueron, los que están en prisión.
Hoy desperté cantando esta canción
que ya fue escrita hace tiempo atrás.
Y es necesario cantar de nuevo,
una vez más...

(Charly García)

viernes, marzo 24, 2006

Nunca más

La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.
El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.(...)




Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror. (...)


Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.(...)


Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.

Rodolfo Walsh. - C.I. 2845022 Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.

viernes, marzo 17, 2006

Monigote en la arena


La arena estaba tibia y jugaba a cambiar de colores cuando la soplaba el viento. Laurita apoyó la cara sobre un montoncito y le dijo:
—Por ser tan linda y amarilla te voy a dejar un regalo —y con la punta del dedo dibujó un monigote de seda y se fue.
Monigote quedó solo, muy sorprendido. Oyó como cantaban el agua y el viento. Vio las nubes acomodándose una al lado de la otra para formar cuadros pintados. Vio las mariposas azules que cerraban las alas y se ponían a dormir sobre los caracoles.
—Hola —dijo monigote, y su voz sonó como una castañuela de arena.
El agua lo oyó y se puso a mirarlo encantada.
—Glubi glubi, monigote en la arena es cosa que dura poco —dijo preocupada y dio dos pasos hacia atrás para no mojarlo—. ¡Qué monigote más lindo, tenemos que cuidarte!
—¿Qué? ¿Es que puede pasarme algo malo? —preguntó monigote tirándose de los botones como hacía cuando se ponía nervioso.
—Glubi glubi, monigote en la arena es cosa que dura poco —repitió el agua, y se fue a a avisar a las nubes que había un nuevo amigo pero que se podía borrar.
—Flu flu —cantaron las nubes—, monigote en la arena es cosa que dura poco. Vamos a preguntar a las hojas voladoras cómo podemos cuidarlo.
Monigote seguía tirándose los botones y estaba tan preocupado que ni siquiera probó los caramelitos de flor de durazno que le ofrecieron las hormigas.
—Crucri crucri —cantaron las hojas voladoras—. Monigote en la arena es cosa que dura poco. ¿Qué podemos hacer para que no se borre?
El agua tendió lejos su cama de burbujas para no mojarlo. Las nubes se fueron hasta la esquina para no rozarlo. Las hojas no hicieron ronda. La lluvia no llovió. Las hormigas hicieron otros caminos.
Monigote se sintió solo solo solo.
—No puede ser —decía con su vocecita de castañuela de arena—, todos me quieren pero porque me quieren se van. Así no me gusta.
Hizo "cla cla cla" para llamar a las hojas voladoras.
—No quiero estar solo —les dijo—, no puedo vivir lejos de los demás, con tanto miedo. Soy un monigote de arena. Juguemos, y si me borro, por lo menos me borraré jugando.
—Crucri crucri —dijeron las hojas voladoras sin saber qué hacer.
Pero en eso llegó el viento y armó un remolino.
—¿Un monigote de arena? —silbó con alegría—. Monigote en la arena es cosa que dura poco. Tenemos que hacerlo jugar.
"Cla cla cla", hizo monigote porque el remolino era como una calesita.
Las hojas voladoras se colgaron del viento para dar vueltas.
El agua se acercó tocando su piano de burbujas.
Las nubes bajaron un poquito, enhebradas en rayos de sol.
Monigote jugó y jugó en medio de la ronda dorada, y rió hasta el cielo con su voz de castañuela.
Y mientras se borraba siguió riendo, hasta que toda la arena fue una risa que juega a cambiar de colores cuando la sopla el viento.


Laura Devetach

jueves, febrero 09, 2006

sábado, febrero 04, 2006

Al otro lado del río

Clavo mi remo en el agua,
llevo tu remo en el mío,
creo que he visto una luz
al otro lado del río.

El día le irá pudiendo
poco a poco al frío.
Creo que he visto una luz
al otro lado del río.

Sobre todo creo
que
no todo está perdido.
Tanta lágrima, tanta lágrima,
y yo soy un vaso vacío.
Oigo una voz que me llama
casi un suspiro.

Rema, rema, rema...
Rema, rema, rema...

En esta orilla del mundo
lo que no es presa es baldío.
Creo que he visto una luz
al otro lado del río.

Yo muy serio voy remando,
muy adentro sonrío.
Creo que he visto una luz
al otro lado del río

Sobre todo creo que
no todo está perdido.
Tanta lágrima, tanta lágrima,
y yo soy un vaso vacío.
Oigo una voz que me llama
casi un suspiro.

Rema, rema, rema...
Rema, rema, rema...

Clavo mi remo en el agua,
Llevo tu remo en el mí.
Creo que he visto una luz
al otro lado del río.


(Jorge Drexler)

miércoles, enero 18, 2006

La Ñ también es gente


La culpa es de los gnomos que nunca quisieron ser ñomos. Culpa tienen la nieve, la niebla, los nietos, los atenienses, el unicornio. Todos evasores de la eñe. ¡Señoras, señores, compañeros, amados niños! ¡No nos dejemos arrebatar la eñe! Ya nos han birlado los signos de apertura de interrogación y admiración. Ya nos redujeron hasta la apócope. Ya nos han traducido el pochoclo. Y como éramos pocos, la abuelita informática ha parido un monstruoso # en lugar de la eñe con su gracioso peluquín, el ~. ¿Quieren decirme qué haremos con nuestros sueños? ¿Entre la fauna en peligro de extinción figuran los ñandúes y los ñacurutuces? ¿En los pagos de Añatuya cómo cantarán añoranzas? ¿A qué pobre barrigón fajaremos al ñudo? ¿Qué será del Año Nuevo, el tiempo de ñaupa, aquel tapado de armiño y la ñata contra el vidrio? ¿Y cómo graficaremos la más dulce consonante de la lengua guaraní? "La ortografía también es gente", escribió Fernando Pessoa. Y, como la gente, sufre variadas discriminaciones. Hay signos y signos, unos blancos, altos y de ojos azules, como la W o la K. Otros, pobres morochos de Hispanoamérica, como la letrita segunda, la eñe, jamás considerada por los monóculos británicos, que está en peligro de pasar al bando de los desocupados después de rendir tantos servicios y no ser precisamente una letra ñoqui. A barrerla, a borrarla, a sustituirla, dicen los perezosos manipuladores de las maquinitas, sólo porque la ñ da un poco de trabajo. Pereza ideológica, hubiéramos dicho en la década del setenta. Una letra española es un defecto más de los hispanos, esa raza impura formateada y escaneada también por pereza y comodidad. Nada de hondureños, salvadoreños, caribeños, panameños. ¡Impronunciables nativos! Sigamos siendo dueños de algo que nos pertenece, esa letra con caperuza, algo muy pequeño, pero menos ñoño de lo que parece. Algo importante, algo gente, algo alma y lengua, algo no descartable, algo propio y compartido porque así nos canta. No faltará quien ofrezca soluciones absurdas: escribir con nuestro inolvidable César Bruto, compinche del maestro Oski. Ninios, suenios, otonio. Fantasía inexplicable que ya fue y preferimos no reanudar, salvo que la Madre Patria retroceda y vuelva a llamarse Hispania. La supervivencia de esta letra nos atañe, sin distinción de sexos, credos ni programas de software. Luchemos para no añadir más leña a la hoguera dónde se debate nuestro discriminado signo.Letra es sinónimo de carácter. ¡Avisémoslo al mundo entero por Internet! La eñe también es gente.

(María Elena Walsh)

viernes, diciembre 30, 2005

Cromañón


Aunque esa noche no estuve allí, ni mis hijas estuvieron allí, ni ninguno de mis alumnos estuvo allí, desde el 30 de diciembre del año pasado a menudo paso largos momentos de angustia dentro de Cromañón. Porque fui a muchos recitales en mi vida, aunque hace años que casi no lo hago, porque mi hija menor fue a ese mismo boliche unas semanas antes del horror, porque amigos de mis alumnos perdieron la vida en él. Porque, a pesar de ser profesora de literatura y haber explicado cientos de veces lo que es una tragedia, sólo comprendí el cabal significado de lo trágico esa noche, cuando las sirenas que aturdían mi barrio (vivo a sólo ocho cuadras) me hicieron temer algo definitivamente grave, cuando las primeras imágenes televisivas me quitaron el sueño y los sueños, cuando comprendí que era fin de año pero no había Año Nuevo. Me indigné con la indiferencia de quienes encendieron fuegos artificiales para festejar mientras tantos sufrían; lloré con cada uno de los padres, novios, hermanos; me angustié con los relatos de quienes pudieron sobrevivir.
Como en las tragedias griegas, sentí el temor, el miedo por nuestros chicos, el miedo por nuestras vidas, tan frágiles. También sentí la compasión que se multiplica infinitamente en cada uno de los relatos, en las historias mínimas y absolutas, que no puedo dejar de leer a pesar de la angustia. Pero, a diferencia de esas antiguas tragedias, no termina de haber catarsis: no se trata de la imitación de hechos terribles, es un hecho terrible, es real y permanente, y no hay desahogo posible.
Indudablemente, el reparto de responsabilidades y culpas es importante y puede aliviar un poco pero no cierra la herida. Porque ésta sigue abierta a pesar de Chabán preso, de los funcionarios acusados, de los músicos sospechados y del peso de la conciencia del que encendió la bengala (si es que vive). Porque la fragilidad de nuestras vidas, acentuada sin dudas por la irresponsabilidad, la corrupción y el desinterés por los otros que caracterizan a nuestra sociedad, se puso en evidencia para siempre esa noche que no termina de terminar. Porque mi dolor no cesa y, aunque no se pueda equiparar con el de las víctimas o sus familiares, está vivo. Porque de alguna manera yo también estuve en Cromañón.

jueves, diciembre 08, 2005

Cucub

Vayan y cuenten en las aldeas que volvió el mensajero.
Digan que está cansado. Y que camina con dolor. Que parece un anciano cuando calla y parece un niño cuando sonríe.

Digan, también, que continúa cantando contra el Odio. Porque aprendió, de tanto andar en la tierra, que el Odio retrocede cuando los hombres cantan.

(Liliana Bodoc. Los días del fuego)

lunes, diciembre 05, 2005

La Destrenzada

Cuando la silueta de la Destrenzada apareció en la boca de la gruta, el Brujo sonrió.
La Destrenzada había humedecido su piel con aceite de madreselvas.
-Porque tengo amor- le respondió al brujo que buscaba el lugar donde empezaba el perfume.
A la Destrenzada le gustaba aquella cueva porque allí atrapaba gotas de agua que luego llevaba en sus manos para verterlas sobre la boca de Welenkín.
Y era siempre lo mismo.
-Sucederá con la sexta gota que bebas- prometía la Destrenzada.
La Destrenzada caminaba por la cueva, procurando adivinar cuál de todas las gotas que pendían del techo rocoso sería la primera en desprenderse.

El Brujo la miraba recostado contra una pared de la gruta. Welenkín la amaba siempre. Ella lo amaba a veces.
-¡Aquí está!
La Destrenzada se acercó a Welenkín con la primera gota.
-Bebe- le dijo-. Es agua que arde en la lengua.
Y los ojos negros sonrieron en los ojos dorados.
Welenkín observaba ensimismado los pies descalzos de la mujer que andaba con gracia sobre la piedra oscura.
-¡Aquí está!
La Destrenzada llegó con la segunda gota.
Bebe -dijo-. Es agua que da sed.
Y una boca sonrió sobre la otra.
Al poco rato, volvió la Destrenzada con la tercera gota.
-Y ésta es agua que desespera.
Welenkín era dorado. La Destrenzada era oscura.
Con la cuarta gota de agua la mujer hizo una promesa. Con la quinta gota de agua, hizo un pedido. Y con la sexta gota, la Destrenzada no quiso irse ni Welenkín quiso que se fuera.
Hasta el amanecer, en La-gruta-que-siempre-llueve, el instante se transformó en el único tiempo. No fue larga ni breve la noche para los amantes. La noche giró sobre sí misma, anudó las piernas. Y se dispuso para la felicidad...

(Liliana Bodoc. Los días del fuego)

Naufragio inconcluso


Este temporal a destiempo,
estas rejas en las niñas de mis ojos,
esta pequeña historia de amor que se cierra
como un abanico que abierto
mostraba a la bella alucinada:
la más desnuda del bosque
en el silencio musical de los abrazos.
(Alejandra Pizarnik)

viernes, noviembre 11, 2005

Stay

Faraway, so close,
up with the static and the radio.
With satelite television
you can go anywhere...
Miami, New Orleans,
London, Belfast and Berlin...
And if you listen, I can't call.
And if you jump, you just might fall.
And if you shout, I'll only hear you.
If I could stay...
then the night would give you up.
Stay...then the day would keep its trust.
Stay...with the demons you drowned.
Stay...with the spirit I found.
Stay...and the night would be enough.

(U2. Faraway, so close)

viernes, noviembre 04, 2005

Naranjo en flor

Era más blanda que el agua,
que el agua blanda,
era más fresca que el río,
naranjo en flor.
Y en esa calle de estío,
calle perdida,

dejó un pedazo de vida
y se marchó...

Primero hay que saber sufrir,
después amar, después partir
y al fin andar sin pensamiento...

Perfume de naranjo en flor,
promesas vanas de un amor
que se escaparon con el viento.
Después...¿qué importa el después?
Toda mi vida es el ayer
que me detiene en el pasado,
eterna y vieja juventud
que me ha dejado acobardado
como un pájaro sin luz.


¿Qué le habrán hecho mis manos?
¿Qué le habrán hecho
para dejarme en el pecho
tanto dolor?
Dolor de vieja arboleda,
canción de esquina
con un pedazo de vida,
naranjo en flor.


(Homero Expósito)

lunes, octubre 03, 2005

Las flores del argelino

Es domingo por la mañana, las diez, en el cruce de las calles Jacob y Bonaparte, en el barrio de Saint-Germain-des-Prés, hace diez días. Un joven que viene del mercado de Buci avanza hacia este cruce . Tiene veinte años, viste muy miserablemente, y empuja una carretilla llena de flores: es un joven argelino, que vende flores a escondidas, como vive. Avanza hacia el cruce Jacob-Bonaparte, menos vigilado que el mercado, y se detiene allí, aunque bastante inquieto.
Tiene razón. No hace aún diez minutos que está allí -no ha tenido tiempo de vender un solo ramo- cuando dos señores "de civil" se le acercan. Vienen de la calle Bonaparte. Van a la caza. Nariz al viento, husmeando el aire de este hermoso domingo soleado, prometedor de irregularidades. Van directo hacia su presa.
¿Papeles?
No tiene papeles de autorización para entregarse al comercio de las flores.
Así, pues, uno de los dos señores se acerca a la carretilla, desliza debajo su puño cerrado y -¡eh!, ¡qué fuerte es!- de un solo puñetazo vuelca todo el contenido. El cruce se inunda de las primeras flores de la primavera (argelina).
Ni Eisenstein ni nadie está ahí, para captar la imagen de las flores por el suelo, que mira el joven argelino de veinte años, escoltado a uno y otro lado por los representantes del orden francés. Los primeros coches que transitan por allí, y esto no puede impedirse, evitan destrozar las flores, esquivándolas instintivamente mediante un rodeo.
Nadie en la calle, excepto, sí , una mujer, una sola:
- ¡Bravo!, señores -exclama-. Ven ustedes, si se hiciera eso cada vez, nos libraríamos pronto de esta chusma. ¡Bravo!
Pero viene del mercado otra mujer, que iba tras ella. Mira, tanto las flores como al joven criminal que las vendía, y a la mujer jubilada, y a los dos señores. Y sin decir una palabra, se inclina, recoge unas flores, se acerca al joven argelino y le paga. Después de ella, llega otra mujer, recoge y paga. Después de ésta, llegan otras cuatro mujeres, se inclinan, recogen y pagan. Quince mujeres. Siempre en silencio. Aquellos señores patalean. Pero, ¿qué hacer? Esas flores están en venta y no se puede impedir que se quiera comprarlas.
Apenas han pasado diez minutos. No queda ni una sola flor por el suelo.
Después de esto, los citados señores pudieron llevarse al joven argelino al puesto de policia.
(Marguerite Duras Outside)

sábado, octubre 01, 2005

Exiles


My home...was a place by the sand
Cliffs...and a military band
Blew an air of normality.

(King Crimson)

Con la frente marchita

Aquellas banderas
de la patria de la primavera,
a decirme que existe el olvido,

esta noche han venido.
Te sentaba tan bien,

esa boina calada al estilo del Che...
Buenos Aires es como contabas,

hoy fui a pasear,
y al llegar

a la Plaza de Mayo me dio por llorar
y me puse a gritar:

"¿Dónde estás?"

Y no volví más
a tu puesto del Rastro a comprarte
corazones de miga de pan,

sombreritos de lata.
Y ya nadie me escribe diciendo:
"No consigo olvidarte,

ojalá que estuvieras conmigo
en el Río de La Plata"

(Joaquín Sabina)

viernes, septiembre 30, 2005

Sueño con serpientes

Hay hombres que luchan un dia
y son buenos.
Hay otros que luchan todo el año
y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años
y son muy buenos...
Pero los hay que luchan toda la vida.
Esos son imprescindibles.

(Bertolt Brecht)

Sueño con serpientes, con serpientes de mar,
con cierto mar, ay, de serpientes sueño yo.
Largas, transparentes, y en sus barrigas llevan
lo que puedan arrebatarle al amor.
Oh, la mato y aparece una mayor.
Oh, con mucho más infierno en digestión.

No quepo en su boca, me trata de tragar
pero se atora con un trébol de mi sien.
Creo que está loca; le doy de masticar
una paloma y la enveneno de mi bien.
Oh, la mato y aparece una mayor.
Oh, con mucho más infierno en digestión.

Ésta al fin me engulle, y mientras por su esófago
paseo, voy pensando en qué vendrá.
Pero se destruye cuando llego a su estómago
y planteo con un verso una verdad.
Oh, la mato y aparece una mayor.
Oh, con mucho más infierno en digestión.

(Silvio Rodríguez)

Molly Bloom

" ... y el mar el mar carmesí a veces como el fuego y las gloriosas puestas de sol y las higueras en los jardines de la Alameda sí y todas las extrañas callejuelas y las casas rosadas y azules y amarillas y los jardines de rosas y jazmines y de geranios y de cactos y Gibraltar cuando yo era chica y donde yo era una Flor de la montaña sí cuando me puse la rosa en el cabello como hacían las chicas andaluzas o me pondré una colorada sí y cómo me besó bajo la pared morisca y yo pensé bueno tanto da él como otro y después le pedí con los ojos que me lo preguntara otra vez y después él me preguntó si yo quería sí para que me dijera sí mi flor de la montaña y yo primero lo rodeé con mis brazos y lo atraje hacia mí para que pudiera sentir mis senos todo perfume sí y su corazón golpeaba loco y sí yo dije quiero Sí."
(James Joyce. Ulysses)

sábado, septiembre 24, 2005

La historia interminable

Las pasiones humanas son un misterio, y a los niños les pasa lo mismo que a los mayores.
Los que se dejan llevar por ellas no pueden explicárselas, y los que no las han vivido no pueden comprenderlas. Hay hombres que se juegan la vida para subir a una montaña. Nadie, ni siquiera ellos, puede explicar realmente por qué. Otros se arruinan para conquistar el corazón de una persona que no quiere saber nada de ellos. Otros se destruyen a sí mismos por no saber resistir los placeres de la mesa... o de la botella. Algunos pierden cuanto tienen para ganar en un juego de azar, o lo sacrifican todo a una idea fija que jamás podrá realizarse. Unos cuantos creen que sólo serían felices en algún lugar distinto, y recorren el mundo durante toda su vida. Y unos pocos no descansan hasta que consiguen ser poderosos. En resumen: hay tantas pasiones distintas como hombres distintos hay.
La pasión de Bastián Baltasar Bux eran los libros.
Quien no haya pasado nunca tardes enteras delante de un libro, con las orejas ardiéndole y el pelo caído por la cara, leyendo y leyendo, olvidado del mundo y sin darse cuenta de que tenía hambre o se estaba quedando helado... Quien nunca haya leído en secreto a la luz de una linterna, bajo la manta...Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia maravillosa acababa y había que decir adiós a personajes con los que había corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba, por los que había temido y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecería vacía y sin sentido...Quien no conozca todo eso por propia experiencia, no podrá comprender probablemente lo que Bastián hizo entonces.
(Michael Ende. La historia interminable)

sábado, septiembre 17, 2005

Adán y Eva

EN LA TUMBA DE EVA

ADÁN: Dondequiera que ella estaba, allí era el Edén.
(Mark Twain. Diarios de Adán y Eva)

lunes, septiembre 05, 2005

Cantar de los Cantares

Qué bella eres, oh amada mía!
¡Que bella eres!
Tus ojos son como de palomas,
mirando a través de tu velo.
Tus cabellos son como manada de cabritos
que se deslizan por las laderas de Galaad.
Tus dientes son como rebaños de ovejas

trasquiladas que suben del lavadero:
que todas tienen mellizos,
y ninguna hay sin cría.
Tus labios son como hilo de grana,

y tu boca es bella.
Tus mejillas parecen mitades de granada,
a través de tu velo.
Tus dos pechos son como dos venaditos,

mellizos de gacela,
que se apacientan entre lirios.

Un jardín cerrado es mi hermana y novia,
un jardín cerrado, un manantial sellado.
Tus plantas son un huerto

de granados con exquisito fruto.
Hay alheñas y nardos;
azafrán, cálamo, canela,

plantas de incienso, mirra, aloe,
con todas las mejores variedades de especias.
¡Es un manantial cercado de jardines,

un pozo de aguas vivas que corren del Líbano!

¡Levántate, oh Aquilón! ¡Ven, oh Austro!
Soplad en mi jardín, y despréndanse sus aromas.
Venga mi amado a su huerto
y coma de su exquisito fruto.

(Salomón)

miércoles, julio 27, 2005

Porto de Galinhas

Ah, ouve essas fontes murmurantes
Aonde eu mato a minha sede
E onde a lua vem brincar
Oi, este Brasil lindo e trigueiro
É o meu Brasil brasileiro
Terra de samba e pandeiro

Brasil, pra mim,
pra mim, Brasil
Brasil, pra mim...

domingo, julio 17, 2005

Sampa


Alguma coisa acontece no meu coração,
que só quando cruza a Ipiranga e Av.São João.
É que quando eu cheguei por aqui eu nada entendi
da dura poesia concreta de tuas esquinas,
da deselegância discreta de tuas meninas.
Ainda não havia para mim Rita Lee ,
a tua mais completa tradução.
Alguma coisa acontece no meu coração,
Que só quando cruza a Ipiranga e Av.São João.


(Caetano Veloso)

lunes, julio 11, 2005

Antes del atardecer

Me obsesionan las cosas pequeñas. Cuando era niña, mi mamá me dijo que siempre llegaba tarde a la escuela. Un día ella me siguió para saber por qué. Yo estaba viendo las castañas caer de los árboles y rodar en la acera o las hormigas cruzando el camino, la sombra de una hoja en el tronco de un árbol...
Cosas pequeñas. Creo que lo mismo pasa con la gente. Veo en ellos pequeños detalles, muy propios de cada uno, que me conmueven y que extraño y que siempre extrañaré.
Nadie se puede reemplazar porque todos están hechos de detalles hermosos y específicos. Como, recuerdo que tu barba tiene un poco de rojo y cómo el sol la hacía brillar esa mañana antes de que te fueras. Recuerdo eso... y lo extrañé.

(Antes del atardecer. Guión de Richard Linklater, Julie Delpy, Ethan Hawke)

domingo, junio 26, 2005

Hadas


Do you believe in fairies? Say quick that you believe. If you believe, clap your hands!

(James M. Barrie. Peter Pan)





sábado, junio 18, 2005

Los libros y el Quijote


-¡Bueno está eso! -respondió don Quijote-. Los libros que están impresos con licencia de los reyes y con aprobación de aquellos a quien se remitieron, y que con gusto general son leídos y celebrados de los grandes y de los chicos, de los pobres y de los ricos, de los letrados e ignorantes, de los plebeyos y caballeros, finalmente, de todo género de personas, de cualquier estado y condición que sean, ¿habían de ser mentira?; y más llevando tanta apariencia de verdad, pues nos cuentan el padre, la madre, la patria, los parientes, la edad, el lugar y las hazañas, punto por punto y día por día, que el tal caballero hizo, o caballeros hicieron. Calle vuestra merced, no diga tal blasfemia (y créame que le aconsejo en esto lo que debe de hacer como discreto), sino léalos, y verá el gusto que recibe de su leyenda.

(Miguel de Cervantes Saavedra. Don Quijote de la Mancha. Capítulo L)

viernes, junio 17, 2005

Elisa, vida mía

Divina Elisa, pues agora el cielo
con inmortales pies pisas y mides,
y su mudanza ves, estando queda,
¿por qué de mí te olvidas y no pides
que se apresure el tiempo en que este velo
rompa del cuerpo, y verme libre pueda,
y en la tercera rueda,
contigo mano a mano,
busquemos otro llano,
busquemos otros montes y otros ríos,
otros valles floridos y sombríos,
do descansar y siempre pueda verte
ante los ojos míos,
sin miedo y sobresalto de perderte?

(Garcilaso de la Vega. Égloga I)

Alma ausente

No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce el niño ni la tarde
porque te has muerto para siempre.

No te conoce el lomo de la piedra,
ni el raso negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y monjes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.

Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados...

(Federico García Lorca)

Time to die

He visto cosas que ustedes no creerían...
Naves de ataque en llamas más allá de Orión.
He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta Tannhäuser.
Todos estos momentos se perderán en el tiempo
como lágrimas en la lluvia.
Es hora de morir...

(Roy Batty, Blade Runner)


Elegía

(En Orihuela, su pueblo y el mío,
se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
(Miguel Hernández)

Los Puertos Grises

—¿A dónde va usted, mi amo? —gritó Sam, aunque por fin había comprendido lo que estaba sucediendo.
—A los Puertos, Sam —dijo Frodo.
—Y yo no puedo ir.
—No, Sam. No todavía, en todo caso; no más allá de los Puertos. Aunque también llegará la hora, quizá. No te entristezcas demasiado, Sam. No siempre podrás estar partido en dos. Necesitarás sentirte sano y entero, por muchos años. Tienes tantas cosas de que disfrutar, tanto que vivir y tanto que hacer.
—Pero —dijo Sam, mientras los ojos se le llenaban de lágrimas—, yo creía que también usted iba a disfrutar en la Comarca, años y años, después de todo lo que ha hecho.
—También yo lo creía, en un tiempo. Pero he sufrido heridas demasiado profundas, Sam. Intenté salvar la Comarca y la he salvado; pero no para mí. Así suele ocurrir, Sam, cuando las cosas están en peligro: alguien tiene que renunciar a ellas, perderlas, para que otros las conserven. Pero tú eres mi heredero: todo cuanto tengo y podría haber tenido te lo dejo a ti. Y además tienes a Rosa y a Elanor; y vendrán también el pequeño Frodo y la pequeña Rosa, y Merry, y Rizos de Oro, y Pippin; y acaso otros que no alcanzo a ver. Tus manos y tu cabeza serán necesarios en todas partes. Serás el alcalde, naturalmente, por tanto tiempo como quieras serlo, y el jardinero más famoso de la historia; y leerás las páginas del Libro Rojo, y perpetuarás la memoria de una edad ahora desaparecida, para que la gente recuerde siempre el Gran Peligro, y ame aún más entrañablemente el país bienamado. Y eso te mantendrá tan ocupado y tan feliz como es posible serlo, mientras continúe tu parte de la Historia.
»¡Y ahora ven, cabalga conmigo!
(...)Frodo besó entonces a Merry y a Pippin, y por último a Sam, y subió a bordo; y fueron izadas las velas, y el viento sopló, y la nave se deslizó lentamente a lo largo del estuario gris; y la luz del frasco de Galadriel que Frodo llevaba en alto centelleó y se apagó. Y la nave se internó en la Alta Mar rumbo al Oeste, hasta que por fin, en una noche de lluvia, Frodo sintió en el aire una fragancia y oyó cantos que llegaban sobre las aguas; y le pareció que, como en el sueño que había tenido en la casa de Tom Bombadil, la cortina de lluvia gris se transformaba en plata y cristal, y que el velo se abría y ante él aparecían unas playas blancas, y más allá un país lejano y verde a la luz de un rápido amanecer.

(J.R.R.Tolkien. El Señor de los Anillos)




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Bodas de sangre

Novia:
¡Ay que sinrazón! No quiero

contigo cama ni cena,
y no hay minuto del día
que estar contigo no quiera,
porque me arrastras y voy,
y me dices que me vuelva
y te sigo por el aire
como una brizna de hierba.
He dejado a un hombre duro
y a toda su descendencia
en la mitad de la boda
y con la corona puesta.
Para ti será el castigo
y no quiero que lo sea.
¡Déjame sola! ¡Huye tú!
No hay nadie que te defienda (...)

Leonardo:
También yo quiero dejarte

si pienso como se piensa.
Pero voy donde tú vas.
Tú también. Da un paso. Prueba.
Clavos de luna nos funden
mi cintura y tus caderas.
(Toda esta escena es violenta, llena de gran sensualidad.)

(Federico García Lorca)

jueves, junio 16, 2005

Ojalá

Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.

Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones:
ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.

Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores.

Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones:
ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.

(Silvio Rodríguez)

Parábola de Cervantes y de Quijote

Harto de su tierra de España, un viejo soldado del rey buscó solaz en las
vastas geografías de Ariosto, en aquel valle de la luna donde está el tiempo que malgastan los sueños y en el ídolo de oro de Mahoma que robó Montalbán.
En mansa burla de sí mismo, ideó un hombre crédulo que, perturbado por la lectura de maravillas, dio en buscar proezas y encantamientos en lugares prosaicos que se llamaban El Toboso o Montiel.
Vencido por la realidad, por España, Don Quijote murió en su aldea natal hacia 1614. Poco tiempo lo sobrevivió Miguel de Cervantes.
Para los dos, para el soñador y el soñado, toda ésa trama fue la oposición de dos mundos: el mundo irreal de los libros de caballerías, el mundo cotidiano y común del siglo xvii.
No sospecharon que los años acabarían por limar la discordia, no sospecharon que la Mancha y Montiel y la magra figura del caballero serían, para el porvenir, no menos poéticas que las eta­pas de Simbad o que las vastas geografías de Ariosto.
Porque en el principio de la literatura está el mito, y asimismo en el fin.

(Jorge Luis Borges, de El Hacedor)